ï»ż
La AlegrĂ­a del amor -Amoris Laetitia-

Carta del Papa Francisco a los matrimonios por Año de la Familia

Servicios
Redes Sociales
27/12/2021 | 06:32

En la misiva divulgada y firmada este domingo 26 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre destacó que “el primer aL9;mbito de la educacioL9;n sigue siendo la familia, en los pequenM1;os gestos que son maL9;s elocuentes que las palabras.

Educar es ante todo acompanM1;ar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento”.

A continuaciĂłn, el texto completo de la carta del Papa Francisco:

Queridos esposos y esposas de todo el mundo:
Con ocasioL9;n del AnM1;o “Familia Amoris laetitia”, me acerco a ustedes para expresarles todo mi afecto y cercaniL9;a en este tiempo tan especial que estamos viviendo. Siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero maL9;s auL9;n durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los maL9;s vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, carinM1;o y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que esteL9;n experimentando.

Este contexto particular nos invita a hacer vida las palabras con las que el SenM1;or llama a AbrahaL9;n a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que EL9;l mismo le mostraraL9; (cf. Gn 12,1). TambieL9;n nosotros hemos vivido maL9;s que nunca la incertidumbre, la soledad, la peL9;rdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de “control”, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no soL9;lo al bien de la propia familia, sino ademaL9;s al de la sociedad, que tambieL9;n depende de nuestros comportamientos personales.

La relacioL9;n con Dios nos moldea, nos acompanM1;a y nos moviliza como personas y, en uL9;ltima instancia, nos ayuda a “salir de nuestra tierra”, en muchas ocasiones con cierto respeto e incluso miedo a lo desconocido, pero desde nuestra fe cristiana sabemos que no estamos solos ya que Dios estaL9; en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos.

Como AbrahaL9;n, cada uno de los esposos sale de su tierra desde el momento en que, sintiendo la llamada al amor conyugal, decide entregarse al otro sin reservas. AsiL9;, ya el noviazgo implica salir de la propia tierra, porque supone transitar juntos el camino que conduce al matrimonio. Las distintas situaciones de la vida: el paso de los diL9;as, la llegada de los hijos, el trabajo, las enfermedades son circunstancias en las que el compromiso que adquirieron el uno con el otro hace que cada uno tenga que abandonar las propias inercias, certidumbres, zonas de confort y salir hacia la tierra que Dios les promete: ser dos en Cristo, dos en uno. Una uL9;nica vida, un “nosotros” en la comunioL9;n del amor con JesuL9;s, vivo y presente en cada momento de su existencia. Dios los acompanM1;a, los ama incondicionalmente. ¡No estaL9;n solos!

Queridos esposos, sepan que sus hijos —y especialmente los joL9;venes— los observan con atencioL9;n y buscan en ustedes el testimonio de un amor fuerte y confiable. «¥QueL9; importante es que los joL9;venes vean con sus propios ojos el amor de Cristo vivo y presente en el amor de los matrimonios, que testimonian con su vida concreta que el amor para siempre es posible!».[1] Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. EstaL9;n sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada diL9;a. Este descubrimiento puede dar a sus hijos la fe y la capacidad de confiar en Dios.

Ciertamente, educar a los hijos no es nada faL9;cil. Pero no olvidemos que ellos tambieL9;n nos educan. El primer aL9;mbito de la educacioL9;n sigue siendo la familia, en los pequenM1;os gestos que son maL9;s elocuentes que las palabras. Educar es ante todo acompanM1;ar los procesos de crecimiento, es estar presentes de muchas maneras, de tal modo que los hijos puedan contar con sus padres en todo momento. El educador es una persona que “genera” en sentido espiritual y, sobre todo, que “se juega” ponieL9;ndose en relacioL9;n. Como padre y madre es importante relacionarse con sus hijos a partir de una autoridad ganada diL9;a tras diL9;a. Ellos necesitan una seguridad que los ayude a experimentar la confianza en ustedes, en la belleza de sus vidas, en la certeza de no estar nunca solos, pase lo que pase.

Por otra parte, y como ya he senM1;alado, la conciencia de la identidad y la misioL9;n de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misioL9;n de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias.

TambieL9;n los matrimonios deben “primerear”[2] dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresioL9;n de la comunioL9;n eclesial; en particular, los «coL9;nyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para ayudar a los maL9;s deL9;biles, para anunciar que, tambieL9;n en las dificultades, Cristo se hace presente».[3]

Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque «la corresponsabilidad en la misioL9;n llama [...] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domeL9;sticas».[4] Recuerden que la familia es la «ceL9;lula baL9;sica de la sociedad» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 66). El matrimonio es realmente un proyecto de construccioL9;n de la «cultura del encuentro» (Carta enc. Fratelli tutti, 216). Es por ello que las familias tienen el desafiL9;o de tender puentes entre las generaciones para la transmisioL9;n de los valores que conforman la humanidad. Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafiL9;os actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios.

La vocacioL9;n al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto - pero seguro por la realidad del sacramento - en un mar a veces agitado. CuaL9;ntas veces, como los apoL9;stoles, sienten ganas de decir o, mejor dicho, de gritar: «¥Maestro! ¿No te importa que perezcamos?» (Mc 4,38). No olvidemos que a traveL9;s del sacramento del matrimonio JesuL9;s estaL9; presente en esa barca. EL9;l se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaiveL9;n de la barca agitada por el mar. En otro pasaje del Evangelio, en medio de las dificultades, los disciL9;pulos ven que JesuL9;s se acerca en medio de la tormenta y lo reciben en la barca; asiL9; tambieL9;n ustedes, cuando la tormenta arrecia, dejen subir a JesuL9;s en su barca, porque cuando subioL9; «donde estaban ellos, [...] cesoL9; el viento» (Mc 6,51). Es importante que juntos mantengan la mirada fija en JesuL9;s. SoL9;lo asiL9; encontraraL9;n la paz, superaraL9;n los conflictos y encontraraL9;n soluciones a muchos de sus problemas. No porque estos vayan a desaparecer, sino porque podraL9;n verlos desde otra perspectiva.

SoL9;lo abandonaL9;ndose en las manos del SenM1;or podraL9;n vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad (cf. 2 Co 12,9). Fue justo en medio de una tormenta que los apoL9;stoles llegaron a conocer la realeza y divinidad de JesuL9;s, y aprendieron a confiar en EL9;l.

A la luz de estos pasajes biL9;blicos, quisiera aprovechar para reflexionar sobre algunas dificultades y oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia. Por ejemplo, aumentoL9; el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad uL9;nica para cultivar el diaL9;logo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio de paciencia, no es faL9;cil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar. Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para mirar maL9;s al otro —al coL9;nyuge, a los hijos— que a la propia fatiga. Recuerden lo que les escribiL9; en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad (cf. nn. 90-119). Pidan este don con insistencia a la Sagrada Familia, vuelvan a leer el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones (cf. Rm 8,15; Ga 4,6).

De este modo, estar juntos no seraL9; una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas. Que el hogar sea un lugar de acogida y de comprensioL9;n. Guarden en su corazoL9;n el consejo a los novios que expreseL9; con las tres palabras: «permiso, gracias, perdoL9;n».[5] Y cuando surja alguL9;n conflicto, «nunca terminar el diL9;a en familia sin hacer las paces».[6] No se averguM6;encen de arrodillarse juntos ante JesuL9;s en la EucaristiL9;a para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esteL9; un poco enojado, para arrancarle una sonrisa coL9;mplice. Hacer quizaL9;s una breve oracioL9;n, recitada en voz alta juntos, antes de dormirse por la noche, con JesuL9;s presente entre ustedes.

Sin embargo, para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difiL9;cil. Los problemas que ya existiL9;an se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables. Muchos han vivido incluso la ruptura de un matrimonio que veniL9;a sobrellevando una crisis que no se supo o no se pudo superar. A estas personas tambieL9;n quiero expresarles mi cercaniL9;a y mi afecto.

La ruptura de una relacioL9;n conyugal genera mucho sufrimiento debido a la decepcioL9;n de tantas ilusiones; la falta de entendimiento provoca discusiones y heridas no faL9;ciles de reparar. Tampoco a los hijos es posible ahorrarles el sufrimiento de ver que sus padres ya no estaL9;n juntos. Aun asiL9;, no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen auL9;n maL9;s dolor entre ustedes y a sus hijos. El SenM1;or JesuL9;s, en su misericordia infinita, les inspiraraL9; el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en EL9;l un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una «casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 47).

Recuerden que el perdoL9;n sana toda herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisioL9;n interior que madura en la oracioL9;n, en la relacioL9;n con Dios, como don que brota de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando se dirigen a EL9;l. Cristo “habita” en su matrimonio y espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor, como a los disciL9;pulos en la barca. Nuestro amor humano es deL9;bil, necesita de la fuerza del amor fiel de JesuL9;s. Con EL9;l pueden de veras construir la «casa sobre roca» (Mt 7,24).

A este propoL9;sito, permiL9;tanme que dirija una palabra a los joL9;venes que se preparan al matrimonio. Si antes de la pandemia para los novios era difiL9;cil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta auL9;n maL9;s la situacioL9;n de incerteza laboral. Por ello invito a los novios a no desanimarse, a tener la “valentiL9;a creativa” que tuvo san JoseL9;, cuya memoria he querido honrar en este AnM1;o dedicado a eL9;l. AsiL9; tambieL9;n ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confiL9;en siempre en la Providencia, ya que «a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensaL9;bamos tener» (Carta ap. Patris corde, 5). No duden en apoyarse en sus propias familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes estaL9;n comenzando.

Antes de despedirme, quiero enviar un saludo especial a los abuelos y las abuelas que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera auL9;n maL9;s radical la soledad. La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, «esta memoria puede ayudar a construir un mundo maL9;s humano, maL9;s acogedor».[7]

Que San JoseL9; inspire en todas las familias la valentiL9;a creativa, tan necesaria en este cambio de eL9;poca que estamos viviendo, y Nuestra SenM1;ora acompanM1;e en sus matrimonios la gestacioL9;n de la “cultura del encuentro”, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo. Los numerosos desafiL9;os no pueden robar el gozo de quienes saben que estaL9;n caminando con el SenM1;or. Vivan intensamente su vocacioL9;n. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su coL9;nyuge necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los alienten. Los pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegriL9;a: ÂĄla alegriL9;a que viene del Señor!

Me despido con carinM1;o animaL9;ndolos a seguir viviendo la misioL9;n que JesuL9;s nos ha encomendado, perseverando en la oracioL9;n y «en la fraccioL9;n del pan» (Hch 2,42).

Y por favor, no se olviden de rezar por miL9;, yo lo hago todos los diL9;as por ustedes. Fraternalmente, FRANCISCO

Roma, San Juan de LetraL9;n, 26 de diciembre de 2021, Fiesta de la Sagrada Familia.

Volver arriba
Programa en el aire
8:00 a 12:00

La Mañana del Verano

 
  • Maiz
  • Soja
  • Girasol
  • Trigo
Mercado Actual Anterior Var%
Rosario
Mercado Actual Anterior Var%
Rosario 2655
Mercado Actual Anterior Var%
Rosario 1725
Mercado Actual Anterior Var%
Rosario

Sorteo del dia: 18/04/2024

  • La primera
  • Matutina
  • Vespertina
  • Nocturna
  • 0226
  • 5303
  • 4696
  • 4788
  • 8579
  • 8407
  • 1523
  • 9437
  • 9385
  • 2298
  • 6261
  • 1328

RADIO CORDIAL99.7 Mhz · 9 de Julio 1311 · CP 3722 · Tel: 03731 - 460986 / 460989 · Cel: 3731 - 433624 · Las Breñas - Chaco - Argentina
Copyright © 2010 . Radio Cordial. - Resolución: 1024x768 pixeles.