Informe de Luchemos por la Vida
Recientemente, un grupo de ciclistas de la ciudad de Buenos Aires decidió hacer ver, con una bicicleteada, la problemática que los afecta y sufren a diario. Muchos de ellos resultan lesionados y otros mueren en su búsqueda de moverse en forma autónoma, placentera, y económica por la ciudad.
En estos últimos dos meses, pudieron conocerse con nombre algunas de las vÃctimas en esa ciudad. Franco Sanchez, SofÃa Oswaldo, Isabel Vera, murieron en diferentes situaciones, algunas todavÃa sin esclarecer. Pero la lista no se detiene en ellos. Hay otros que también son parte de los que perdieron la vida en este tiempo mientras circulaban en su bici. Amores, tareas, proyectos, truncados en un instante.
¿Ésta es una situación aceptable? ¿Hay que resignarse en relación con la muerte de los ciclistas? Si poco se sabe acerca de las vÃctimas de tránsito en general en Argentina, menos se habla de los que dejan la vida sobre dos ruedas en el asfalto.
La bicicleta es un importante y creciente medio de transporte en muchas partes del mundo. Por ser económica, saludable y no contaminante se está impulsando su uso como medio de transporte habitual, en reemplazo del auto o el transporte público, en muchas ciudades que buscan paliar el creciente problema del exceso de vehÃculos en sus calles, con su carga de congestionamientos y polución asociados. La ciudad de Buenos Aires ha elegido esta dirección, y realizado esfuerzos con la inclusión de ciclovÃas y bicisendas en calles y parques.
Sin embargo, rehúye afrontar los costos de incentivar su uso en una ciudad caótica y superpoblada de vehÃculos con comportamientos anárquicos. Se ha apresurado a sumar kilómetros de vÃas para ciclistas muchas de las cuales no son adecuadas para la circulación segura, tanto por su mal estado, como porque son angostas, con descalces y pozos, como por su ubicación, las faltas de señalización y las obstrucciones que sufren con quienes las invaden con vehÃculos y hasta contenedores de basura.
A su vez ni los ciclistas, ni la sociedad en su conjunto son educados para una convivencia armoniosa. Se brindan mensajes equÃvocos, tales como que el ciclista tiene prioridad de circulación, que no es lo que dice la ley de tránsito, generando, en este colectivo, la creencia de que les darán todos paso, mientras que, en la realidad, los demás vehÃculos no saben ni cuál es la distancia segura de circulación a los lados y atrás del ciclista. Mientras tanto, a los ciclistas no se les brinda educación, la que deberÃa iniciarse en la escuela, para preparar a los niños para su inclusión segura como ciclistas jóvenes.
Algunos ciclistas se mueven con prudencia y respeto por las leyes de tránsito y otros las desconocen. Ante la mirada indiferente de las autoridades de control. Se ofrecen bicicletas públicas que no están todas equipadas según lo exige la Ley de Tránsito de la ciudad, por ejemplo, muchas de ellas no tienen espejos o luces reglamentarias, sin contar los problemas de mantenimiento y la escasez de unidades.
Y tampoco se incentiva el uso del casco reglamentario que podrÃa salvar muchas vidas (sólo el 26% lo usa) cuando las fallas humanas y de infraestructura desencadenan hechos con consecuencias fatales.
Es tiempo de empezar a enfrentar estos problemas para que no haya que lamentar nuevos ciclistas vÃctimas de una convivencia compleja que cada dÃa es más numerosa.
A las autoridades corresponde la mejora sustancial de las actuales ciclovÃas y “ecobicingâ€, asà como la fiscalización de los comportamientos seguros de los ciclistas y el respeto de los demás conductores hacia los ciclistas, ya que el vehÃculo que se promueve como “saludableâ€, es en Buenos Aires el más vulnerable.
Fuente: Luchemos por la vida
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